24
ABR
2023

Sant Jordi, expressión popular e iconográfica de la victoria del cristianismo



“Entonces vi el cielo abierto, y había un caballo blanco [...]. Su jinete viste un manto empapado en sangre y su nombre 'PALABRA DE DIOS' [...]. De su boca sale una espada afilada para herir con ella a los paganos [...] Vi entonces a la Bestia [...] para entablar combate contra el que iba montado en el caballo blanco y contra su ejército. [...] Pero la Bestia fue capturada, y con ella el falso profeta. [...]

Luego vi a un ángel que gritaba: Venid, reuníos para el gran banquete De Dios…!!!”  (Ap. 19,11)


S. JORDI, EXPRESION POPULAR E ICONOGRAFICA DE LA VICTORIA DEL CRISTIANISMO FRENTE AL PAGANISMO ANTIGUO…, DE LA CIVILIZACION FRENTE A LA BARBARIE…!!!

(Extracto de la tesis 

“S. Jordi y la Pascua” de Fsc. Xavier Vila)

“En el desarrollo de nuestro estudio, hemos visto como la fiesta y la iconografía de S. Jordi es común en países y lugares dispares y dispersos de la extensa geografía europea, sin embargo, adquiere en Cataluña, unas características y peculiaridades que la caracterizan y la hacen propia. De entre todas las fiestas y tradiciones primaverales y pascuales que se conservan en nuestra tierra, S. Jorge es el que se mantiene con un vigor y una vitalidad creciente. Sin embargo y aún con toda la secularización absorvente, no se puede, sin embargo, y después de todo el estudio hecho a nivel histórico, bíblico y iconográfico, desvincularla de su raíz clásica, hebrea y cristiana.

Adentremonos pues en nuestro imaginario georgiano y, tras lo reflotado en el presente estudio, intentemos desenterrar sus raíces históricas y pascuales. 

Así, es por todos conocida nuestra famosa narración legendaria autóctona, representada en tantos lugares de Cataluña, del santo con vestimenta de caballero medieval luchando contra el fiero dragón liberando la doncella que aquel pretendía devorar.

Nuestra narración legendaria, y ya está expuesto, no todo es fantasía, ni todo es realidad, no todo es falso, ni todo verdad. En todo caso, en nuestra imagen iconográfica local hay si cabe, más hojarasca que desbrozar.... Habría que separar lo legendario o añadido (caballero andante, catalán, desarrollando la liberación heroica de la doncella en los alrededores del pueblo tarragonés de Montblanc, etc...) de la leyenda original (S. Jorge, el caballero medieval, y el acontecimiento heroico de la matanza del dragón en un lugar y un tiempo indeterminado, al que había que entregar periódicamente una doncella para satisfacer sus apetitos y respetara así la paz y la tranquilidad del pueblo, hasta que tocó, en “suerte”, a la hija del gobernador del lugar...) y descubrir, como ya hemos analizado, tras este ropaje legendario el trasfondo de verdad histórica que es necesario conocer y apreciar, para re-conocer y estimar tras las fiestas y símbolos iconográficos el sustrato histórico y teológico que sustenta la identidad catalana.

Partamos pues, de nuevo, de que San Jorge es un personaje con escasa base documental historiográfica, pero con la suficiente como para no negarle su veracidad como personaje histórico, y así pues, hay que descartar considerarlo como un mero mito al estilo de Hércules o cualquier otro héroe de la mitología clásica, y ni siquiera podemos hacer de él un personaje meramente legendario o alegórico, sino que, con lo que ya sabemos, podemos ciertamente redefinirlo, delimitarlo o acotarlo un poco más: sabemos con certeza que fue soldado, pero no cruzado, sino romano; del s. III-IV y no del Medievo; de Capadocia o de la Palestina romana pero no catalán ni europeo, y que ciertamente, murió mártir.

Como he referido en el presente trabajo, es también históricamente contrastada, aunque a nuestra mentalidad cristiana, por estremecedora, ya tantas veces olvidada, la costumbre pagana, más o menos extendida, de los sacrificios cruentos, y tantas veces de humanos. Eran muchas las creencias religiosas de la antigüedad y muy generalizada la costumbre de que, para ahuyentar los males y propiciar de Dios los bienes materiales y físicos, la prosperidad para el pueblo, era necesario en contrapartida sacrificar a los dioses, periódicamente, vidas animales y humanas. 

Otros defienden que el sacrificio ritual fue mudando y evolucionando de estrictos sacrificios rituales, ciertamente a los dioses...., pero también y con el tiempo a la plebe insaciable, pues no era ajeno tampoco al propio y “civilizado” imperio romano la costumbre aberrante de la esclavitud con derecho a la venta o incluso a la vida y muerte del esclavo, o los “sacrificios” meramente lúdicos y festivos, con ríos de sangre humana como pago, como la lucha entre gladiadores o entre humanos indefensos y fieros animales hambrientos y salvajes, o las sangrientas representaciones “teatrales” de batallas históricas, “ficticias” en su teatralidad, pero a la vez auténticamente reales en el combate, batallas navales o cuerpo a cuerpo, con auténticas carnicerías humanas infernales, a costa de saciar la sed de sangre de un público endemoniado. Así, el cristianismo primitivo, en contacto directo con el mundo pagano y sus costumbres, no encontró mejor manera de describir aquellos aquelarres inhumanos, que con la imagen del más fiero dragón devorador e insaciable de vidas humanas, que les recordaba también, el espíritu satánico que los inspiraba. “¿Hay acaso algún poeta que no cante a Kronos devorando a sus hijos?” (Teofilo de Antioquia)

La narración, pues, del fiero dragón “devorando doncellas”, no es del todo leyenda, es una imagen iconográfica pero real y estremecedora de la 

furia satánica que devoraba al hombre en el paganismo en una orgia sin parangón de esclavitud y sacrificios humanos, y al que el pueblo, atemorizado, suplicaba a quien pudiera liberarlos de bestia tan feroz.

Frente a esto, el cristianismo, con el tiempo, devolvió al hombre, su dignidad y libertad, “matando” al “dragón” del paganismo satánico con la espada de la Palabra de Dios. El anuncio del evangelio fue, ciertamente, liberador. Poco a poco fue transformando aquel imperio y otras culturas evangelizadas hacia una sociedad humanizada, encarnando un derecho y unas costumbres plenamente renovadas. Así eran vistos en el cristianismo primitivo a los evangelizadores, como “soldados de Cristo”. De S. Jorge sabemos, que ciertamente era soldado romano y cristiano que, y que como “soldado de Cristo” pudo predicar el evangelio por las fronteras más lejanas del imperio donde era destinado (quizá Libia, quizá Siria,...) donde diversas tradiciones le localizan y donde, está verificado, pervivían muchas costumbres paganas de sacrificios humanos, “éstos se mantuvieron con extraordinaria tenacidad en las regiones de cultura Fenicia y sobrevivieron mucho tiempo a la caída y reconstrucción de Cartago...”, y contra las que pudo, ciertamente, “combatir” valientemente difundiendo el evangelio, salvando así muchas vidas inocentes.

Este es el trasfondo histórico-real de la imagen mítico-legendaria del S. Jorge que conocemos y que su imagen iconográfica representa. Los detalles concretos de su vida y su muerte ciertamente se nos escapan, y efectivamente, sin nuevas aportaciones documentales es imposible conocerlos, pero la VERDAD HISTÒRICA de fondo es totalmente cierta e impresionante.

Cuando en la Edad Media nuestros cruzados marcharon a oriente para defender a los cristianos nativos periódicamente masacrados y a los peregrinos asaltados constantemente en su peregrinaje a Tierra Santa, se encontraron con el culto local a S. Jorge, que, nacido en aquellas tierras, como soldado cristiano, les sirvió de guía y de

providencial inspiración. Supuso para ellos un modelo a imitar y un intercesor tan existencial para aquel tiempo, que lo adoptaron como patrón en la lucha contra el nuevo “dragón” devorador tal y como era considerado por aquel entonces al islam invasor.

La Corona de Aragón, en la que Cataluña estaba plenamente integrada, batió sus espadas en oriente en un proyecto común con otros reinos de la cristiandad medieval y que al igual que muchos de aquellos, adoptó a aquel infatigable soldado de Cristo como su patrón, y aquella cruz cristiana que los cruzados de toda Europa llevaban en el pecho, es la misma cruz de S. Jorge (“Creu de Resurrecció”, roja sobre blanco), símbolo eminentemente pascual que ondea en muchos blasones y banderas de occidente, como en la bandera de Barcelona. Este es el soldado cristiano, histórico y no mitológico o meramente metafórico, que es bellamente representado y preside la fachada principal del palacio de la Generalidad y en tantas otras hornacinas de templos y de otros tantos edificios públicos y privados de la geografía del principado.

Con la expresión “Islam invasor” no se pretende demonizar al Islam como religión. Pese a las profundas diferencias, poseemos una misma raíz histórica y teológica en la fe de Abraham y ciertos valores comunes que nos hermanan con muchos creyentes musulmanes de fe sencilla, sincera y honesta. Con todo, esta expresión y representación icónica aplicada al Islam, solo pretende mostrar esa otra realidad desgarradora, pero también constatable e histórica y que no podemos ocultar, con que en aquella época se visualizaba los temores fundados ante la conquista y expansión islámica a través de la fuerza, las razias, la Yihad o la Guerra Santa que persiguió, sometió y exterminó a un cristianismo floreciente de territorios tan vastos y extensos como el Oriente Medio y todo el norte de África, también la península ibérica hasta ser reconquistada, y que incluso durante siglos estuvo amenazando y atemorizando, violentamente también, las puertas y el corazón mismo de Europa.

La imagen icónica pues de S. Jorge doblegando al dragón es pues, y junto al trasfondo histórico real ya mencionado, la representación medieval de la imagen bíblica y netamente pascual de S. Miguel venciendo el mal y la muerte, dos representaciones iconográficas del mismo hecho histórico fundamental: la victoria de la Gracia sobre el pecado, del cristianismo sobre el paganismo antiguo, de la civilización frente a la barbarie, de lo humano frente a lo inhumano..., con la consiguiente salvación y libertad de millones de vidas humanas inocentes en el trascurso del devenir histórico. 

Es una representación icónica de la victoria de Cristo sobre la muerte, de la Pascua, hecho histórico axial, que representa y define a los catalanes como cristianos y como pueblo, tanto en su vertiente antropológica, como en su vertiente social y política, sin el cual nada en la historia y cultura de Catalunya hubiera sido igual, icono existencial y pascual que, por su trascendencia histórica, incluye así mismo a todo Occidente y convierte al hombre y a la sociedad actual, aún veintiún siglos después, en los principales y afortunados beneficiarios.”

S. JORDI, PATRÓ DE CATALUNYA…

Pregueu x nosaltres…!!!


Escribir un comentario

No se aceptan los comentarios ajenos al tema, sin sentido, repetidos o que contengan publicidad o spam. Tampoco comentarios insultantes, blasfemos o que inciten a la violencia, discriminación o a cualesquiera otros actos contrarios a la legislación española, así como aquéllos que contengan ataques o insultos a los otros comentaristas.

 
Rector: Mn. Ramón Maria Vila

Plaça Carme Llinás, 1
08620 Sant Vicenç dels Horts
Barcelona

Telf: 93.656.16.55
Correu e-mail: Mn. Ramón Maria Vila
ramonmariavila@gmail.com

Página web desarrollada con el sistema de Ecclesiared

Aviso legal | Política de privacidad | Política de cookies